Por: Angel González Feliz
La familia es, sin duda, el núcleo de las sociedades. Desde el inicio de la vida civilizada hombres y mujeres han decidido convivir en conjunto bajo sus propias reglas creando un hogar. Lamentablemente, República Dominicana es uno de los países de Latinoamérica y el Caribe con la tasa más alta de violencia intrafamiliar o doméstica.
Es necesario definir el concepto de “violencia intrafamiliar” para comprender el sentido de este artículo, el Observatorio de Seguridad Ciudadana lo explica como «la violencia ejercida en el terreno de la convivencia familiar o asimilada, por parte de uno de los miembros contra otros, contra alguno de los demás o contra todos ellos».
El maltrato intrafamiliar es un problema social que puede afectar a cualquier persona, considero importante señalar algunos tipos de abusos que se dan en el seno de la familia para alertar a las posibles víctimas: violencia psicológica, violencia contra los adultos mayores, violencia contra la mujer o el hombre en la pareja, violencia contra los niños, violencia contra el adolescente y violencia filio-parental.
Cada agresión, física o psicológica, crea profundas heridas que dañan a la familia y, en especial, a los niños. Los hijos que viven sus primeros años rodeados de gritos, golpes, humillaciones, manipulaciones, desprecios, castigos y carencias de afecto, son más propensos a desarrollar una personalidad tímida, pueden convertirse en perpetradores o sufrir de la misma violencia en su edad adulta.
En una nota de prensa del Listín Diario fue revelado el número de denuncias recibidas en el año 2017 por violencia intrafamiliar y es una cifra impactante: 50.267. Esto significa que el 78% de las denuncias corresponden a casos de maltrato doméstico.
Debemos decir BASTA, estas conductas agresivas están acabando con la integridad de mujeres, niños y niñas. Si seguimos alentando este tipo de comportamiento en los hogares, muchas familias se verán destruidas. Eliminar estas actitudes no es sencillo, pero cada uno de nosotros puede cambiar pequeñas acciones que, poco a poco, ayudarán a combatir este tipo de amenaza.
Comencemos en el hogar brindándole el amor y el respeto que merece nuestra pareja, enseñándole con el ejemplo a los niños y niñas, hablando abiertamente de las dificultades sin que eso se transforme en una contienda, vamos a educar con afecto sin golpes ni humillaciones.
Apostemos por una convivencia familiar sana. Pequeños cambios logran transformar nuestra vida y la de los demás. ¡Barahona ya asumió este importante compromiso!
¡No más violencia!