El Colegio Electoral ratifica la victoria del demócrata, minutos después de la dimisión del fiscal general de Donald Trump.
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El fiscal general de Estados Unidos - cargo equivalente al de ministro de Justicia en España -, William Barr, dimitió ayer por la noche inesperadamente a falta de apenas cinco semanas para que concluya la Presidencia de Donald Trump, después de haber sido blanco de duras críticas del jefe del Estado y del Gobierno por haber afirmado que no hubo fraude en los comicios que ganó Joe Biden, y por no haber difundido que la Hacienda de EEUU investiga a Hunter Biden, el hijo del presidente electo. La dimisión - que tiene todo el aspecto de haber sido forzada por Trump - fue anunciada por el presidente en un 'tuit' en el que declaraba, sin atisbo de ironía, que el ya ex fiscal general "se va antes de Navidades para pasar las fiestas con su familia".
La inesperada salida de Barr del Gobierno de Donald Trump llegó en un momento cargado de simbolismo. Apenas diez minutos antes del 'tuit' del presidente, Joe Biden acababa de sobrepasar en la votación del Colegio Electoral los 270 votos necesarios para que su victoria sea formalizada oficialmente. El Colegio Electoral, una reliquia del siglo XVIII en el siglo XXI, se reunió este lunes en cada uno de los 50 estados de EEUU más el Distrito de Columbia - es decir, la ciudad de Washington - para ratificar el resultado electoral. En los comicios del 3 de noviembre, Biden obtuvo 306 compromisarios o 'votos electorales', justo la misma cantidad que Trump en 2016. Todos los compromisarios del Colegio Electoral que han votado hasta este momento, han entregado su respaldo al candidato que ganó en su estado.
El presidente ruso, Vladimir Putin, ha felicitado esta mañana a Biden por su victoria y dijo estar dispuesto a trabajar con él, pese a las deterioradas relaciones bilaterales.
"Por mi parte, estoy listo para una colaboración y para establecer contactos con usted", dijo Putin en un telegrama, según informó el Kremlin.
William Barr, fiscal general de Trump hasta este lunes, en una imagen de archivo. AFP
El presidente ruso es uno de los pocos dirigentes que esperó la votación del colegio electoral estadounidense a favor de Biden para felicitarle, explicando esta actitud por la incertidumbre que pesaba sobre el resultado de los comicios del 4 de noviembre, debido a que Donald Trump se negaba a reconocer su derrota y presentó varios recursos ante la justicia.
"Putin deseó éxito al presidente electo y le garantizó que está convencido de que Rusia y Estados Unidos (...) pueden, pese a sus desacuerdos, resolver numerosos problemas y desafíos" en el mundo, agregó el Kremlin en su comunicado.
El triunfo de Biden en el Colegio Electoral, aunque de la máxima importancia simbólica, estaba previsto. Más bien, era inevitable. Según el diario 'The Washington Post', Donald Trump y sus partidarios han perdido al menos 86 litigios - incluyendo casos perdidos, rechazados por los jueces, o retirados por los demandantes - para revocar los resultados de las elecciones de noviembre. Así que eso no ha sido una sorpresa. Lo que sí hizo a muchos enarcar las cejas fue la dimisión de Barr. El ex fiscal general es un hombre de la máxima lealtad a Donald Trump, que incluso llegó a decir en repetidas ocasiones antes de las elecciones que era posible que hubiera fraude en éstas.
¿Qué ha pasado para que se produzca la ruptura? Aparentemente, una cosa que Barr ha dicho y otra que se ha callado. Lo que dijo fue el 1 de diciembre: "A día de hoy, no hemos visto fraude electoral de unas dimensiones que pudieran haber alterado el resultado de las elecciones". Esas afirmaciones irritaron a Trump que, pese a los 86 juicios perdidos, sigue diciendo que sí hubo fraude. Lo que no dijo se supo la semana pasada: que el hijo de Joe Biden, Hunter, está siendo objeto de una investigación penal de la Hacienda del estado de Delaware por su Declaración del IRPF. La noticia solo saltó cuando Hunter Biden la hizo pública. Delaware confirmó la investigación y añadió que el caso se limita al hijo de Biden y no afecta a ninguna otra persona de su familia o entorno. Pero, según declaraba este lunes el diario 'The Wall Street Journal', Barr, como máximo responsable de la Justicia de EEUU, lo supo con anterioridad. Y, en cumplimiento de unas directrices de su Departamento establecidas en 2012, no dio publicidad al caso para que no influyera en las elecciones. Eso irritó a Trump, que quería crear la impresión de que Joe Biden y su hijo son corruptos.
La dimisión de Barr arrebató todo el protagonismo este lunes a la que había sido una de las grandes noticias del día en Washington: un masivo caso de hackeo llevado a cabo por Moscú contra el Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
Buscaban información, y seguramente han conseguido demasiada. Un grupo de piratas informáticos, respaldados por un Gobierno extranjero, ha logrado acceder al sistema del Departamento del Tesoro de EEUU y la Administración Nacional de Telecomunicaciones e Información para robar sus datos. Según el diario 'The Washington Post', el ataque fue perpetrado por hackers rusos, que habrían estado monitorizando el correo electrónico interno.
El hackeo es tan grave que condujo a una reunión del Consejo de Seguridad Nacional en la Casa Blanca el sábado. Pero Rusia asegura que no tiene nada que ver con estos presuntos ataques informáticos. "Una vez más, puedo negar estas acusaciones. Y una vez más quiero recordarles que fue el presidente Putin quien sugirió a la parte estadounidense concertar y firmar un acuerdo de cooperación en el ámbito de la seguridad cibernética y de la información", dijo el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov. Además, recordó que esta iniciativa de Putin "no recibió respuesta en Estados Unidos".
"Los ataques informáticos contradicen los principios de la política exterior de Rusia, sus intereses nacionales y su visión de las relaciones entre los Estados. Rusia no lanza ofensivas virtuales", zanjó horas antes la embajada rusa a través de su página de Facebook.
El 'Washington Post' publica que los ataques fueron dirigidos desde el Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia (SVR, por sus siglas en inglés), entre cuyos objetivos también habría estado FireEye, una muy relevante empresa privada de ciberseguridad, con amplios vínculos con el Gobierno de EEUU. La embajada rusa califica esto como acusaciones infundadas de la prensa estadounidense.
La vía de entrada de este nuevo hackeo ha sido a través del "ataque a la cadena de suministro". Funciona ocultando el software espía en las actualizaciones de software proporcionadas a terceros. Así se produce el contagio. Y el contagiador habría sido empresa de tecnología SolarWinds, que ofrece servicios a clientes gubernamentales, al ejército y los servicios de Inteligencia.
Las autoridades estadounidenses han sancionado en el pasado a personas y organizaciones rusas por ciberataques. La llegada de Biden a la Casa Blanca en enero tendrá sobre la mesa una decisión difícil: cómo evitar más injerencias cibernéticas y hasta qué punto ajustar cuentas sin condicionar su primer mandato.
Desde el hackeo a la campaña electoral de Hillary Clinton en 2016 EEUU no ha encontrado la manera ni de evitar ataques ni de poner al menos líneas rojas sobre hasta dónde pueden llevar estas actividades.
El periodista Andy Greenberg, en su libro Sandworm: A New Era of Cyberwar and the Hunt for the Kremlin's Most Dangerous Hackers, argumenta que las sanciones de 2018 contra el GRU ya habían sido "demasiado suaves, demasiado tarde". "A la hora de robar secretos corporativos o de seguridad nacional, el análisis de costo-beneficio realizado por Moscú o Pekín arroja la misma conclusión: los beneficios superan los costes", escribía David E. Sanger en julio en 'The New York Times'.
¿Qué interés puede tener un Gobierno extranjero en estas operaciones? El director ejecutivo de FireEye, Kevin Mandia, explicó a los medios que el objetivo principal de estos ataques es el robo de información de los clientes gubernamentales de la empresa. Ya la semana pasada, la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU alertó de que hackers patrocinados por Moscú estarían accediendo a las bases de datos de varias instituciones del Gobierno, entre ellas el Departamento de Defensa. Por ello solicitó que sus sistemas de defensa fueran actualizados.
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Un caso similar se dio este verano en Noruega, otro país que mantiene un perfil político duro con el Kremlin. El 24 de agosto varios políticos noruegos vieron cómo sus correos electrónicos habían sido hackeados. Los servicios noruegos acusaron del ciberataque al grupo conocido como APT28 o Fancy Bear.
En este caso se trata de grupos supuestamente vinculados con el GRU, el servicio de Inteligencia militar de las Fuerzas Armadas rusas. En un primer momento, no se encontraron pruebas suficientes y la investigación se dio por terminada.
Martes, 15 diciembre 2020 - 11:11