El aparato judicial del Poder Ejecutivo, del Estado, representado en la Procuraduría General de la República, puso a disposición de un Juez, toneladas de papeles con acusaciones disímiles que componen el expediente llamado arbitrariamente “Medusa”. Y de qué manera: llevándose de paro a Lisandro Macarrulla, principal ministro del Gobierno.
El depósito de tales papeles ante el juez, se hizo a la luz
de las lámparas y linternas, al filo de la medianoche, sin esperar cumplir el
plazo que un juez había pautado para constreñir la entrega. ¿Por qué tanta
premura y tanto sigilo? ¿Había algún temor, alguna aprehensión?
Tales preguntas serán respondidas durante el desarrollo de
los hechos.
A pesar del sigilo con que se ejecutó la acción, no había
terminado de firmar el papel de recibo la oficina del Juez, y no habían
descendido las escaleras los miembros de la comitiva de entrega, cuando ya
alguna prensa avispada, también son sigilo, a esa hora, en primer día de fin de
semana, estaba en el lugar, alertada por alguien desde el entorno del mismo
Juez receptor. Y a esa misma hora entraron en protagonismo las temibles redes
difusoras de internet. Desde las que se actúa con la rutina de los “chivos sin
ley”.
Fiscales, juez, expediente, juez-redes de internet son un
paquete. Y una acusación masiva y alborotadora.
Detalles extrajudiciales a desgaje del juicio popular:
Primera impresión, es la de que el sector privado, empresarios ricos
tradicionales, en alianza con funcionarios públicos entretejen tradicionalmente
los hilos de la corrupción. ¿Ahora, o siempre, ha sido así?
Siempre ha sido así, en el país. Lo recoge la historia. La
historia, a la que, al rehuirla, por infortunio, en aras del oscurantismo, se
obliga a los pueblos a repetirla.
Cristóbal Colón llegó a la isla de Haití, y al poco tiempo de
tejemanejes como virrey y gobernador, recoge la historia, fue reclamado por el
Imperio, por los Reyes de España, y debieron llevarlo de regreso por ultramar,
engrillado, junto a sus hermanos, y con un expediente por corrupción y tiranía,
toda la familia involucrada. Sólo hay que acudir a la memoria del Comendador
Don Francisco de Bobadilla, para comprobarlo.
En el Archivo de Simancas, primer y más antiguo archivo
oficial de la corona de Castilla, en 2005, fue encontrado el rastro de la
brutalidad y espíritu tramposo de los Colón, logrando alterar el ánimo y
desatar la furia de los Reyes, en España. Y con Cristóbal se llevaron de paro a
su hermanos, Diego y Bartolomé, quienes tenían un desorden en las cuentas del
virreinato. A la pregunta de “cuánto era el oro que le correspondía a los reyes
de los rescates realizados, Colón y su familia gobernante no tuvieron una
respuesta. Se habían quedado con todo el oro de la Reina, y no había papeles en
archivos.
Pasado el tiempo que transcurrió entre 1500 y 1844, no nacía
bien todavía, la República, cuando en la misma Junta de Gobierno provisional,
presidida por el farsante Tomás Babadilla y Briones, por intereses de fuerza
mayor, forzaba la ausencia en ultramar de Juan Pablo Duarte, el Patricio por
excelencia, cuando ya tenía incluidos en ese provisional gobierno a los
representativos propietarios del sector privado:
Y no se habían cumplido dos décadas tras el suceso, cuando ya
el Estado, en manos del tirano Ulises Heureaux, en el tercer período de su
régimen, al no tener fondos para responder a sus compromisos personales y del
gobierno, estableció negocios con el prestamista inmigrante de origen italiano
Juan Bautista Vicini Cánepa, préstamos que pagaba con sus intereses entregando
tierras del Estado. Estas deudas con los Vicini Cánepa, y las de otros
gobernantes que continuaron la práctica, con los años, el hijo de Vicini
Cánepa, Juan Bautista Vicini Burgos, al ser instalado en la presidencia del
país tras la ocupación norteamericana del 1916-1924, se las cobró todas.
El presidente Heureaux (Lilís), coprotagonista principal en
esos negocios por él mismo oficializados desde el Poder, y heredados por otros, dejó para una lápida, la
advertencia de que “no le movieran los altares, porque podían caérsele los
santos”.
Con Lilís, están ahí, Buenaventura Báez, Pedro Santana, y
así, sucesivamente.
Y, desde entonces, hasta la fecha, los voluminosos
expedientes con negocios del sector privado a través de empresarios ricos y el
Estado, funcionarios públicos y gente de todo tipo, han llegado para desgaje de
jueces no menos impuros, para ser filtrados los detalles para juicio, deleite y
nutrición del populacho y la gleba, siempre bajo control de la arbitrariedad.
Rafael Trujillo, instalado como tirano en el Poder por
fuerzas extrañas, ha sido puesto como el modelo del latrocinio oficial. Pero
Trujillo nunca prescindió de los apellidos sonoros de los acaudalados y
notables para sus tratativas, quienes terminarían heredando en burda
repartición, el rastro trujillista. Repito, la historia está ahí.
Fijémonos en los apellidos que utilizaba Trujillo, contenidos
en este documento histórico de la fundación del Banco de Reservas, de cuyas
raícieron el Banco Central de la República y también el Banco Agrícola:
Copiemos con fidelidad, parte del texto del acta de la sesión
extraordinaria de la Junta del Consejo de Directores del Banco de Reservas de
la República Dominicana, del 2 de enero de 1957. Observemos los apellidos de la
gente que compiló el Jefe para tenerlo a su lado como funcionarios.
“Los trabajos iniciaron en la Junta del Consejo de Directores
del Banco de Reservas, en 1957, con una sesión extraordinaria el día 2 de enero
de 1957, en la cual se produjo la juramentación “de los nuevos miembros del
Consejo de Directores del Banco de Reservas de la República Dominicana,
designados por Decretos del Poder Ejecutivo -(dígase Presidente Trujillo, nota
del autor)- números 2336 y 2345 de fechas 22 y 26 de diciembre de 1956.
La Reina Isabel la Católica fue rígida con los Colón: todos
presos por corrupción.
La Reina Isabel la Católica fue rígida con los Colón: todos
presos por corrupción.“El acta de esa sesión relámpago con motivo de principio
de año fue levantada por el licenciado Virgilio Álvarez Sánchez, presidente ex
oficio del Consejo. Estuvieron presentes, para tal juramentación, además de
Álvarez Sánchez, en su condición de Secretario de Estado de Finanzas y presidente
ex oficio del Consejo, “el general Máximo R. Bonetti Burgos, Director General
de Aduanas, y licenciado Miguel Ángel Rodríguez Pereyra, Director General de
Rentas Internas, vocales ex oficio del Consejo de Directores del Banco de
Reservas de la República, designados por Decreto del Poder Ejecutivo Núm. 2345
del 26 de diciembre de 1956; los señores José Cimadevilla Valdés, J. Furcy
Pichardo, Gustavo Tavares, Lic. Pedro A. Jorge, Gustavo Segundo Volmar, Lic.
Carlos F. de Moya, Antonio Armenteros S., Juan Rafael Santoni, Mario de Moya,
Adolfo Frappier, J. B. Vicini Cabral, Dr. Fidel Méndez Núñez, J. J. Gómez,
Pedro Ernesto Bañuls Garrido y Esteban Piola, vocales designados para integrar
el Consejo de Directores de dicho Banco a partir del día 1 de enero de 1957,
por Decreto del Poder Ejecutivo Núm. 2336 de fecha 22 de diciembre, y los
señores Ing. José A. Caro A. Luis Sued, Lic. Manuel Joaquín Castillo, Gilberto
Pellerano, Dr. Luis Scheker, Mario Guerra Sánchez, Enrique Peynado Soler, Lic.
Juan Bautista Rojas, Pablo Pichardo, Darío Franco y Franco, Lic. Osvaldo Peña
Batlle, José Manuel Alfaro Ricart, Lie. Julio Vega Batlle, Lie. Tulio H. Pina y
Tomás Pastoriza Espaillat, suplentes de los vocales mencionados y designados
también por el citado Decreto del Poder Ejecutivo Núm. 2336”.
Después de eso, son muchos los expedientes del tipo. Joaquín
Balaguer, un maestro del cinismo político y responsable de la historia política
moderna del país, también dejó una lápida a su memoria. Nunca negó que ricos
empresarios estuvieran siendo usados por su gobierno: “Sé que tengo 300
millonarios (corruptos), pero no los dejo pasar de la puerta de mi despacho”. Y
es que siempre ha sido lo mismo. Y es igual.